La crisis del COVID-19 ha supuesto un cambio importante en nuestras vidas a todos los niveles. El prolongado confinamiento ha modificado muchos de nuestros hábitos, así como nuestro ritmo de vida, lo que ha propiciado que podamos detenernos y dedicar más tiempo a muchas actividades o tareas que habitualmente teníamos un poco abandonadas. Un claro ejemplo de ellas es la cocina. Al estar más tiempo en casa, los españoles hemos prestado más atención a cocinar menús más elaborados, y orientados a llevar una dieta más saludable. Dicho de otra forma, hemos vuelto, aunque de momento haya sido temporalmente, nuestra mirada a la Dieta Mediterránea.
El trabajo de campo se ha llevado a cabo a través de encuestas realizadas a casi 8.000 personas cuando llevábamos una semana confinados. Todas ellas adultas, siendo aproximadamente 3/4 partes de la misma mujeres de más de 35 años y estudios universitarios.
• Forma de cocinar los alimentos.
• Consumo de productos procesados.
• Consumo de alcohol.
• Cuestiones relativas a vida sedentaria o activa.
• Control del peso.
• Casi el 60% había reducido considerablemente el consumo de bebidas alcohólicas, si bien aproximadamente esa misma proporción había reducido el tiempo dedicado al deporte.
• 2/3 partes de los encuestados afirmaban no haber incrementado la ingesta en los días que llevaban confinados.
En este proyecto de la Universidad de Granada que lleva por nombre “COVIDiet”, han participado expertos de diferentes nacionalidades y pretende ampliar más allá de nuestras fronteras su ámbito de actuación, para así establecer similitudes y diferencias por países en los efectos de un confinamiento como el que hemos vivido en sus hábitos alimentarios.
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