¿Sabías que antes de tomar leche ya comíamos queso? Cuando aún éramos todos intolerantes a la leche, los granjeros habían descubierto la manera de tomar derivados lácteos y prolongar su duración. Así comenzó el queso.

Al fermentarla, la lactosa se ve muy reducida y, por esta misma razón, comenzamos a consumir derivados lácteos mucho antes que la leche en sí. Sin embargo, pese a que algunos nutricionistas están de acuerdo en admitir el yogur en nuestra alimentación como un elemento sano, hay opiniones que sustentan la idea de evitar el queso debido a sus componentes grasos y calóricos.

A continuación, te contamos todas las propiedades beneficiosas de este derivado lácteo.

¿POR QUÉ ES BUENO?

Dicho derivado tiene un gran número de vitaminas (B12 y A) y minerales (zinc, fósforo y calcio), además de todas las proteínas de las que nos podemos beneficiar.

Aunque contiene colesterol y grasas saturadas, no afecta al perfil lipídico, es más, una investigación realizada por la Universidad de Copenhagen confirma que incluso favorece mejores resultados. En cambio, la mantequilla empeora el colesterol, el LDL y el HDL.

Dicho análisis no halló conexiones directamente atribuidas a la asociación del colesterol con el queso curado. Pero algo muy peculiar descubierto en este estudio fue que, a una mayor ingesta de queso, la probabilidades se sufrir anomalías cardíacas disminuyen considerablemente.

Además, aun teniendo altos índices grasos y de sal, este derivado lácteo no favorece al aumento de peso ni problemas de hipertensión.

Este estudio señala: “El supuesto efecto perjudicial de las grasas saturadas en la salud cardiometabólica se anula al ser consumidas como parte de matrices alimentarias complejas, como las del queso y otros productos lácteos. Por tanto, el foco en lácteos bajos en grasa en las guías actuales no está soportado por la literatura científica existente“.

Según esta investigación, los glóbulos grasos de productos lácteos sin refinar contienen unas membranas que actúan como mecanismo de protección, pero somos conscientes que hay más propiedades. La alimentación es consecuencia de muchos factores, no sólo la combinación sin más de sus componentes.

Por todas estas razones y en la línea de lo que comentábamos antes, no sólo el yogurt trae consigo múltiples beneficios, también el queso (pese a ser probiótico) pero en una proporción algo menor. El queso genera más sales procedentes del ácido butírico que la leche, lo cual favorece un intestino más sano y menos inflamado. Además, y para finalizar, facilita la prevención de caries.

¿Te está pareciendo interesante? La semana que viene continuaremos hablando del queso: cómo lo podemos seleccionar, en qué cantidades debemos tomarlo y algunos riesgos que podemos asumir. ¡No te lo puedes perder!